¿Qué pensarías si te dijera que todas y cada una de tus emociones llevan un mensaje encriptado, que es muy importante para ti?
¿Querrías conocer ese mensaje? ¿Querrías saber como descifrar ese mensaje?
Pues sigue leyendo y lo descubrirás.
La tripulación de tu nave
Imagina que tienes una nave espacial. Una nave, de gran complejidad técnica, que viaja por el espacio.
Y tú eres el Comandante. Tú diriges hacia dónde quieres que vaya la nave. Con qué otras naves viajas un tramo del trayecto juntos. Con qué otras no. Decides por dónde pasas y cómo pasas. Decides dónde te paras a descansar y abastecerte. Tú decides, en definitiva, todo lo que debe hacerse en cada momento.
Pero la nave es muy compleja. Y tú no puedes gobernarla sólo. En el puente de mando, contigo, están tus Generales. Los mejores en su puesto. Han superado un dificilísimo proceso de selección, poniéndolos a prueba durante millones de años de evolución, para que puedan estar ahí, contigo. Tienes a los mejores. ¡Y es que tu supervivencia depende de ellos!
Son tus ojos, tus oídos, tus percepciones del mundo exterior. Y más que eso: filtran toda esa información, que es mucha, y te la entregan procesada, analizada, y resumida. Y lo hacen en un instante. Lista para que tu no tengas nada más que hacer; salvo decidir para actuar. ¡Cuánto se pagaría, hoy en día, por un equipo así!
Pues ahí los tienes, y trabajan para ti. Son… ¡tus emociones!
¿Cómo trabajan tus emociones?
Todas tienen un procedimiento de trabajo muy particular:
1. Recopilar la información que les aportan los sentidos
2. Analizar esa información
3. Transmitirte el mensaje
4. Y…. asegurarse de que lo has comprendido
Y subrayo el punto 4, y ahora verás porqué.
El Miedo en acción
Estás tranquilamente, en el puente de mando, y entra… el Miedo. Viene corriendo, como siempre. Se acerca a ti y te dice: -¡Cuidado!, ahí enfrente se acerca un meteorito. Y si continúas en esa dirección… ¡nos vamos a estrellar!
-Sí, yaaaaa- le dices, -pero es que necesito llegar a ese planeta que hay justo detrás. Y a la nave… no le va a pasar naaaaada- Y por dentro estás pensando: –Menudo el cenizo este, siempre fastidiando. Y qué mal cuerpo me pone.
Y el Miedo, que no es tonto, se da perfectamente cuenta que no le has escuchado. Sí, le has oído, pero NO le has escuchado. Siente, porqué está dentro de ti, que no le has comprendido.
¡Al Miedo, ni a ninguna otra emoción, no le puedes engañar!
¿Y qué sucede entonces? Pues que el Miedo, como buen General que es, hace todo lo posible para cumplir con su deber: debe asegurarse que le has comprendido. Y, entonces:
· Se pone a chillar, para que aumente tu sensación de miedo. ¡A ver si así le escuchas!
· Si continuas no escuchando… se hace más grande para que entres en pánico. Así, por lo menos, te pararás.
· Y si aún no escuchas, pues boicotea la nave por todos los medios que conoce. Y entonces pasa aquello que parece que no avanzas, que todo te cuesta mucho. Y que si llegas a algún lado, llegas completamente agotado. Estás en las manos de un Miedo paralizante. Te sientes superado.
No escuchar: la causa de todos los males
¿Y todo esto por qué?
Pues porqué no le has escuchado. El Miedo se sabe no comprendido.
El Miedo, y las otras emociones también, quieren que las escuches. Que las “sientas” plenamente. De forma completa. Que experimentes todas las sensaciones que tienen que transmitirte.
Y que las experimentes de forma consciente, atenta. De forma honesta. Para que puedas comprender el mensaje que quieren transmitirte.
Y cuando esto sucede, y tu ya sabes cuando esto es así, la emoción se retira. Ya ha cumplido su cometido. Y te deja tranquilo para que tú tomes tu decisión. Porqué el comandante eres tú. Pero ahora, esa emoción, ya sabe que has comprendido todo lo que quería contarte.
Hasta que esto no ocurra, esa emoción se repetirá una y otra vez en tu vida, con disfraces distinto, hasta que aprendas.
Escucha tus emociones
Necesitas ver todas tus emociones, como tus más fieles consejeros. No son tus enemigos. Somos seres interpretativos. Y la interpretación de todo lo que sucede ahí afuera, se realiza a través de las emociones.
¡Sin emociones no podrías vivir!
Tus emociones son un gran recurso, no un obstáculo.
La maestría, en la gestión emocional, consiste en conseguir escuchar todas las emociones. Tanto las “buenas” como las “malas” Y conseguir comprender todos los mensajes que te transmiten. Y en el caso de las «buenas”, ¡ojo!, que también hay mensaje. En las “malas” parece más claro, ¿verdad?
El proceso, entonces, sería el siguiente.
Ante cualquier emoción:
1. Siéntela plenamente. Permítela ser en ti. Nótala por tu cuerpo. Dónde la sientes, cómo la sientes,… No la reprimas, ni la ignores. Siéntela de forma consciente.
2. Y el segundo paso, que muy pocos hacen, es preguntarle a la emoción qué quiere contarte. Pregúntale de forma genuina, como si realmente fuera uno de tus generales. Y escúchala sin juzgar. En su propio lenguaje. Con el corazón. Sin mente analítica.
3. Y entonces, te llega el mensaje. Como una visualización, una sensación, una certeza, un ¡ajá!, una comprensión repentina,… La emoción habrá completado su función. Y se retirará.
4. Agradece. Dale las gracias, de forma genuina y honesta. Incluso si no has recibido el mensaje. Es posible que pase un tiempo, hasta que aprendas a “escuchar”.
E voilà! Eso es todo.
Y, cómo siempre, no te creas nada de lo que te he contado. Pruébalo tú, a ver que tal. Y, si quieres, me cuentas en los comentarios más abajo.
Y si te resulta útil, y conoces a alguien que puede ayudarle, compártelo. ¡Muchas gracias!
photo credit: Yesterday's Enterprise via photopin (license)
Leave a reply