Es muy probable que si estás leyendo estas líneas sea porqué te interesa tu crecimiento personal, te interesa conocer por qué estás aquí, conocerte a ti mismo, comprender,… No por nada, sino para disfrutar de una experiencia de vida lo más rica y plena posible.
Tal vez este interés lo experimentas como una simple curiosidad o una necesidad incontenible. Puede que, solamente, te pique la nariz por empezar a saber que pasa aquí. O sientes la necesidad vital de salir de tus propios límites, como de explotar y expandirte.
En cualquier caso, a mi modo de ver, el proceso es siempre el mismo.
Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro*
Los Libros, el Templo del Conocimiento
Si eres fan de las librerías, tal vez te haya pasado. Entras ahí, te diriges a la sección de crecimiento personal / autoayuda / espiritualidad /… (o el título que le hayan puesto) y te quedas abrumado por la cantidad y cantidad de libros, temas, enfoques, autores, disciplinas, unas antiguas, otras modernas,… ¿Por donde empezar?
Tengo la impresión que si alguien se atreviera a proponer por donde empezar, y por donde seguir, caería en un profundo error. Y si tú mismo te forzaras a seguir un camino, también. Soy de la opinión que el camino del autoconocimiento es muy personal, y surge de dentro de uno mismo. Sobre la marcha, y según las propias necesidades.
En mi caso, soy un lector voraz. Me apasiona aprender. Y veo cada libro, como una maravillosa oportunidad de conectar con la mente del autor, y aprender nuevas ideas. ¡Que regalo! Casi todo lo que buscas ya está escrito. ¡No hay que inventar la rueda cada vez!
Yo soy de los que entro en mi librería de referencia y me llevo tres libros. Sin embargo, raras veces he adquirido un libro recomendado. Y algunas veces, también, he salido de la librería igual que he entrado.
Es parecido a como si los libros me llamaran. El título, la portada, tal vez el autor, o los comentarios en la contra,… No lo se, pero funcionan como un poderoso imán que hace que me resulte irresistible adquirirlo. Y tal vez ese libro lleva ahí tres años. Pero es, en ese momento, que a mi me llama la atención.
La Vida, el Templo de la Sabiduría
Diría que, según tu momento personal, te llega la información que necesitas. Ya sea en la forma de un libro o en la forma que sea: una persona, una experiencia,… Tienes el foco puesto en esa necesidad y te llama poderosamente la atención todo aquello relacionado con ella.
Si has tenido un bebe te habrá pasado. El ginecólogo confirma que estáis embarazados y, de repente, empezáis a ver mujeres embarazadas por todas partes; ¿había tantas antes?
El camino es muy personal, y no se puede forzar. Y aquí aparece el que es, en mi opinión, uno de los principales errores que se cometen: ¡Uno quiere ir más rápido de la cuenta!
Los aprendizajes, ya sean en la forma que sean, irán apareciendo en la medida que tú los vayas necesitando y estés preparado para recibirlos. Y la transformación, que esos aprendizajes provoquen, se irán sucediendo a ese ritmo, también. ¡No se pude forzar!
Eso no significa que pases del tema porqué “ya llegará cuando tenga que llegar”. Eso generaría una gran dispersión. Creo que es necesaria esa intención y una acción dirigida en cierta dirección, para que se vayan sucediendo los aprendizajes que necesitas.
La información te llega, cuando tomas una decisión, te enfocas y actúas en ese sentido. Has sintonizado tu antena en esa frecuencia. Y entonces, y sólo entonces, esa información resulta relevante y transformadora para ti.
El Camino del Autoconocimiento
Por lo tanto, si hay alguna pauta a seguir en este camino del autoconocimiento, para mi sería:
1. Tomar la firme decisión de seguirlo. Compromiso absoluto contigo mismo.
2. Foco. Concentrar tu intención en ello. Enfocarte en este objetivo.
3. Actuar en esta dirección.
4. Soltar. Dejar que pasen las cosas. Tener paciencia. Tiempo al tiempo. Y estar receptivo para permitir que te lleguen los aprendizajes que te tengan que llegar. En la forma que sean, aún que no sea la esperada.
Forzar los acontecimientos no lleva a ninguna parte. Y es algo muy del Ego. Un árbol no pretende florecer antes de tiempo. Espera, pacientemente, su momento. Y mientras tanto, descansa o clava raíces hondas para cuando llegue la floración.
Y te abres a la experiencia que venga, te abres a la transformación. Y saboreas esas experiencias, porqué ahí escondidas vienen los aprendizajes. Y es, en el propio proceso experiencial, que se forja el autoconocimiento.
Es cómo decía Antonio Machado:
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
No hay Destino, sólo hay Camino
Todo es un camino, poca importa el resultado final. Y este es, en mi opinión, el segundo gran obstáculo que aparece en este proceso de autoconocimiento: «obsesionarte demasiado con un posible resultado final». Ver el crecimiento personal como un instrumento para llegar a ser aquella persona que te gustaría ser, es como querer estar en un sitio, sin recorrer el camino que te separa de él.
Y acabas recorriendo tu camino sin saborearlo, y no hay transformación. Ya que siempre andas pendiente de esa imagen final, y te pierdes la cualidad esencial de tu viaje, que siempre está en el momento presente.
Y puede, además, que esa imagen final no sea a la que te corresponde llegar. La mente, en estos casos, suele estar bastante equivocada. Y tiende a querer cosas, en base a criterios condicionados.
Así que olvídate del resultado, eso sí toma tu decisión. Con foco mental e intención, y pasa a la acción. Y a disfrutar del camino que venga, que seguro que será el que tenga que venir.
Y, sin mas, espero que te haya resultado útil esta reflexión. Si es así, comparte el post con aquellas personas a las que creas que les pueda servir. ¡Muchas gracias!
photo credit: Open Book via photopin (license)
* Proverbio Zen
Leave a reply